Mi diario.
Alice Marie Brooke.
Y si... lo leo...
No. No es mio. Mi nombre es Alice, pero no era esa Alice, yo era Alice Cullen. O eso creo... todas mis visiones se habian cumplido, hasta esta locura de los Vampiros.
El diario no era mio, fuera quien fuera ella, no hubiera querido que nadie leyera su diario, sus palabras personales.
Antes de comenzar mi búsqueda, decidi beber algo, y como no habia nada ams que atractivos y apetecibles humanos, fue mi unica alternativa. Bebi unos cuantos, vacie sus cuerpos hasta que quede satisfecha y los escondi entre los basureros y los callejones. Un hombre me miró aturdido y esperanzado, pero tambien acabe con el. Una mujer con un pequeño bebé tambien salió perjudicada, pobre bebé. Pero yo no podía hacer nada para frenar esta sed insaciable que tenia, era lo mejor. La sensación, el frenesí, la sangre. Pero tenia que frenarme, tenia que detenerme. Sería vegetariana, esto solo era pasajero, un consuelo, un irresistible y delicioso consuelo.
El camino era muy dificil, miles de personas pasaban, pero todos me miraban horrorizados y se iban, así que decidi buscar letreros.
Me encontraba en la entrada de Philadelphia y buscaba la dichosa cafeteria. Pero primero hice una parada en una pequeña tienda y compré unos lentes para cubrir mis ojos rojos. Eso debia ser lo que asustaba.
Me senté en el taburete de la barra, mientras, para disimular, pedí una taza de café, quiza era loq ue necesitaba, el señor me la dió y tras tomar un sorbo, decidi que era una verdadera porqueria. Lo tragé pero lo hice a un lado.
La campanilla de la entrada sonó, y voltee instantaneamente a verla.
Era el. Mi ángel.
La persona que esperaba, mi única esperanza...
Jasper...
Me levanté con pasos seguros y con una sonrisa me dirigí a el. El levantó la mirada, sus ojos negros, su barbilla firme y varonil. Aun las multiples cicatrices lo hacian ver extremadamente guapo. Era el, sin duda.
- Hola - saludé con uan sonrisa, y el tensó, me miró.